Ayer le escribí al Pasado, hoy te escribo a ti;
posiblemente, mañana le escribiré al Futuro.
Afortunadamente, hasta ahora los he vivido. He aprendido a
analizar al primero; a disfrutar al segundo, y a esperar con paciencia,
esperanza y creatividad al tercero.
Se han escrito temas sobre ustedes: Algunas personas se han especializado
en analizar, hurgar e interpretar el Pasado de otros; unos cuantos “se sienten
privilegiados de poder predecir” el Futuro; otros tantos, se han encargado de
diseñar Agendas para que ordenemos el Presente. En fin, no han escapado de
nuestra vida, simplemente porque nosotros somos Tiempo y en nosotros se
manifiestan ustedes como trilogía de medición.
Creo que de los tres, tu, mi querido Presente, eres el más
difícil de usar, porque te haces presente en cada segundo; en cuanto te marcas
ya has quedado en el pasado; sin embargo, si digo que este día –y solamente
este día- es mi Presente, entonces si es posible administrarte, aprovecharte y
gozarte.
Mira, querido e invisible Presente, si los veo como un libro,
al Pasado le corresponden las hojas escritas, al Futuro las hojas en blanco y a
ti la pluma con la que escribiré. Si los veo como melodía, el pasado es la
partitura, el futuro es el viento y el presente es el momento de la
interpretación. (Y, dicho sea de paso, la música se marca en tres tiempos).
Ahora, si los veo como Vida: al Pasado le corresponde lo vivido –y
del que debo aprender- al Futuro le corresponden mis sueños y planes, y a ti,
Presente, le corresponde la acción diaria.
No sé si llamarles “otras maravillas”, porque somos vida,
somos tres tiempos: lo que fue, lo que es y lo que será.
Así de simple…así de fácil.
Hasta pronto.