Estuve atento a las respuestas de las personas mayores a
quienes preguntaba por ti.
Me mantuve interesado en tu búsqueda porque deseaba
responder a mi inquietud por conocerte, disfrutarte y acompañarte.
Viviendo a mi manera te seguí buscando en mis silencios y
mis palabras; en mis pensamientos y razonamientos; en mi carencias y suficiencias;
en mis ignorancias y confusiones.
Te ansiaba. Quería sentir certeza de que te encontraría y
que, cuando te llamara, ante mí aparecerías.
Eres “el personaje” que me hizo generar razones que se
convirtirían en mis convicciones de comportamiento y vida diaria. Todo esto y
otras cosas más me llevaron en tu búsqueda.
En este momento conozco muy bien tu “rostro”, te descubro
cuando uso el arte de leer, escribir, escuchar, conversar y observar. Te veo,
simplemente, multifacética.
Habitas en el todo y en la nada…porque eres verdad.
Vives en la mentira y falsedad…porque eres verdad.
Te trasformas en los sueños y realidades…porque eres verdad.
Vibras en el odio y el amor…porque eres verdad.
Los crédulos luchan, apasionadamente y a muerte por ti…porque
defienden su verdad.
Te presentas en la vida y en la muerte porque eso es otra
gran verdad. Sé que acabo de cometer un error al calificarte como “gran verdad”,
porque estoy dando la oportunidad a la “pequeña verdad”; eso, me vuelve a
confundir.
Querida Verdad: sé que para mi fuiste ansiada, buscada, defendida,
aplaudida…y compartida. Sé que es verdad que existes…y vives en mi fe,
esperanza, ilusión y desilusión.
Te buscaba por doquier y finalmente te encontré. Vives
dentro de mí.
¿Estás de acuerdo que apareces en el todo?
… porque el todo es del color del cristal con que te mire yo
o te admiren los demás;
¿verdad?
Hasta pronto.