Me da gusto saludarte; aunque debo decirte que es la primera
vez que escribo algo para ti…aunque sea “de mentiritas”.
Sé que llegaste al mundo miles de años antes que yo. Debo
decirte que te conocí primero a ti, antes que a tu contrincante. Me enseñaron a
“no mentir”, bajo amenazas, que yo no comprendía, ni me imaginaba…solo me atemorizaban.
Te repito, me enseñaron tu rostro, mas no tu rastro. Mis mentores, le dieron más
importancia al “no mentirás” más que a: “dirás la verdad ante todo”.
Te fraguaste en el horno del poder de unos cuantos.
Quienes nos enseñaron no supieron cómo conocer, decir y
enseñar la verdad.
La verdad, mi gran amiga, normalmente estuvo en la obscuridad,
en la conversación silenciosa y en espacios cerrados y limitados. No sabía por
qué.
Ahora sé que a aquellos seres de mi generación les estaba
prohibido hablar con la cruda verdad porque para ellos era más importante la
opinión de los demás que el evento sucedido. Era más fuerte y vivencial lo que llamamos “el respeto
humano”; que dicho, en dos palabras, era
el todavía no desaparecido: “Qué dirán los demás.”
El “qué dirán” era la opinión, la regla y la sentencia a
seguir…
Pobres de nosotros, con un lastimero dolor a llanto, dolor a
desolación, dolor a ser rechazados por los demás; estos fueron tus alimentos, y
por eso no has desaparecido. Sigues teniendo rostros de sonrisas, muecas, sonidos guturales y silencios.
Tu, querida y presente Mentira, fuiste alimentada, solapada
y fortalecida por el criterio y opinión de los demás, quienes, en última
instancia, se conviertieron en simples comparsas de sus “verdades ocultas”.
Ellos se daban permiso para mentirse a ellos mismos.
Tan intensa y empleada fuiste en esos tiempos que te convertimos en una deidad,
de tal manera que la mentira de todos, sería y se convertiría en una triste y
hueca y vana verdad. ¡Qué ironía¡
¿Después que siguió?. ..Que aprendimos a defender nuestra
verdad con tu mentira.
Así que, desafortunadamente, de esta manera sigues presente cada día. Te
comento, que existen personas que te vencerán.
Me dio gusto presentar -desde mi experiencia- tu rostro,
presencia y molestia ante la nueva generación.
Hasta pronto.