Nada difícil fue encontrar la puerta para conocerte; descubrirte
fue un regalo de vida para mí. Así que tengo la seguridad de que caminas
conmigo, me acompañas a donde vaya. Tienes un rostro sereno, y normalmente
sonriente. Eres toda una sensación interior saber que eres parte de mi.
Debo confesarte, también, que creciste conmigo y me hiciste alcanzar
lo que he deseado, cuando lo he desado y de la forma en que lo he deseado.
Debo decirte que has sido mi válvula de seguridad en todo,
para todo y por todo.
Por supuesto, conocí
la duda (ya le enviaré una carta a ella, en su momento); no me angustió para nada
porque, en mi diario vivir, me decía --y me sigo diciendo--, en ocasiones: “Si
dudo es porque sé; si niego es porque ignoro”; así es que debo aprender algo al
respecto.
Deseo que te hagas presente en todos mis amigos, en mis
compañeros de proyectos y en las personas con quienes tengo algo que hacer.
Cuando llegues a ellos, saldrán de sus vidas: incertidumbres, dudas,
inquietudes, desconocimientos y fastidios.
Querida Certeza: eres
parte de mi esencia. Gracias por acompañarme.
Hasta pronto