20/2/19

Hola, Ausencia:

Debo decirte que desconozco si eres triunfo o derrota; si eres gloria o infierno, si eres sonrisa o lamento; ¿para quién?; ¿para quién se va o para quien se queda?
Esa respuesta depende de cada quien o de lo que para quien signifiques tu, como Ausencia.

Debo expresarte, también, que he conocido muchos rostros en tu existencia y presencia; sí, claro, como Ausencia te haces Presencia, como Ausencia engendras tu Presencia. Por lo tanto, eres tan presente como irreal; tan lamento como suspiro, tan soledad como compañía y tan real como invisible, tan invisible como sentible y “llorable”.

Desde que perdí a mi hermano gemelo, y sin tener conciencia de la vida, me dijeron que sufrí su ausencia; que a solas bebía mi alimento debajo de la cama esperando su presencia…y, él, nunca llegó. Me confieso que esa ausencia, tan presente y tan lejana me hizo convertir su ausencia en presencia cotidiana y muy cercana. Afirmo que él, mi gemelo, vive en mi tiempo como yo en su espacio…en donde sea que esté él y en la hora y momento que viva yo.

También, viví, sentí y lloré la ausencia de mis padres. Aprendí que tu, querida Ausencia, me enseñaste que una de tus cualidades es para darme la oportunidad de vivir lo que ellos, durante su presencia, me enseñaron. Tu, como Ausencia, estás a mi lado convertida en Gran Maestra de las enseñanzas, frases y ejemplos de ellos. Aquí es cuando recuerdo la frase que me han de haber dicho cuando me enseñaron a caminar: “Ahora, un solito”.

Pues ahora, queridos papá y mamá les digo” que ustedes me enseñaron a caminar “haciendo un solito”; de mi parte, en su ausencia, aprendí a volar, imaginar, compartir, amar con las fuerzas, los vientos, sus abrazos y frases de ayer.

Esta es la Ausencia que bendigo y agradezco.

Hasta pronto.

Escuela del Razonamiento 19 sept 2023