14/1/19

Hola, Esperanza:


Sé que te bautizaron con un nombre extraordinario, porque extraordinario es el estado de ánimo que debemos poseer cuando creemos que lo específico que se desea lograr es posible, alcanzable y medible.

Sé que tu eres una fuerza interior que habita en cada uno de nosotros; se que tu no puedes hacer nada; de hecho nada haces; solamente, impulsas en silencio.
Sé que he dejado de conversar contigo. Por supuesto, que no te he olvidado, ni negado, ni ocultado.
Sucede que he estado ocupado haciendo lo que debo hacer para lograr lo que me he propuesto.
Eso que impulsas es, repito la fuerza. He aprendido a definir lo que deseo, ya que eso que pienso lo califico como algo muy específico, medible y alcanzable. No lo dejo en el mundo de lo inmaterial, no te uso y me duermo; te uso y espero haciendo lo necesario para lograrlo.

He comprendido que tu nombre “Esperanza” despierta la fe en mi interior de que lo que desee tarde o temprano lo alcanzaré o en ese algo me convertiré.

He recordado cuatro pasos para emplearte con intensidad:

Si lo que sueño, lo veo nada más como Deseo, casi no te nombro.
Si lo veo como Necesidad, te llamo una y mil veces y otros de dicenme: “Ten Esperanza, ten Fe”, verás que todo mejorará”.
Si lo veo como Obligación, te juro que ni de tu nombre me acuerdo porque lo clifico de “sacrificio”;
Si lo que quiero lo veo como Deber, te cambio de nombre y de llamo “Entrega”.

Gracias, porque te crearon, gracias por permanecer en mi interior. No te busco, ni te llamo porque habitas en mi ser y en cada uno de mis proyectos.

Hasta pronto.

Escuela del Razonamiento 19 sept 2023