Me escribió diciendo: “estoy en silencio, ya casi no bailo al
compás del viento, ni murmullo alguno susurro”.
Vivo en silencio, vivo a solas, vivo de lluvias, vientos y
recuerdos, y, de vez en cuando, de la mirada lejana de extraños que por la calle
ocho pasan, frente a la casa.
Recuerdo a Chale, Caín, Johnny, Gasparín, Genarín y a ti
Cuate. Recuerdo a Lula, Tonga, Tere, Silvia, Lupita, Magaly y Yolanda. Extraño
sus gritos, sonrisas y algarabías.
Añoro, también, sus gritos de victorias y lloros de derrotas
en sus juegos bajo mi sombra.
Estoy en silencio mas no abandonado, cuando el viento mece
mis ramas alcanzo a acariciar la casa en donde vivia Don Genero y Doña Sarita
con la gran familia que formaron. El único que cerca está es el hijo de ellos, ahora
convertido en un gran emprendedor, un extraordinario hermano y un gran ser
humano.
Afortundamente, sigo de pie. Vivo al ritmo de las cuatro
estaciones.
Sé que me recuerdan. Yo los extraño.
El árbol de su niñez.
Hasta pronto.