Sin ustedes, sus tareas y sus mimos los pacientes morirían por montones.
Sé que ustedes. limpian y curan el cuerpo, pero también miman y alivian el alma del enfermo, y de paso, dan esperanzas al familiar del enfermo.
Siguen siendo ángeles en la tierra, y a las puertas del cielo.
Prodigan cuidados a recién nacidos, niños, adolescentes, hombre y mujeres adultas y ancianos. Tienen todo el humanismo de un ángel bueno.
Se visten de blanco, arreglan su cofia, toman su turno y empieza su labor incansable y esperanzadora.
Ustedes miden y viven las esperanzas o desesperanzas de vida.
Su tarea para el mundo es la gran tarea del amor al prójimo.
Gracias por ese ejemplo a todos los que decimos tener un trabajo. Nosotros, no curamos, ni mimamos a nuestros clientes, proveedores y compañeros de trabajo.