Usted o yo elegimos las cosas de las que estamos convencidos.
Nadie, absolutamente nadie debe decidir por nosotros –a menos que seamos menores de edad-. La cuestión es definir cuál es la edad menor. O bien, quién es el menor. En este renglón existen muchas controversias. La ventaja es que usted y yo somos mayores de edad.
Al decir cada quien sus convicciones, cada quien sus elecciones surge porque esta tarde, al pasar cerca de un joven que estaba esperando cruzar la calle, nos gritaba: “Soy feliiiizzz”. Un señor le dice -en voz alta- desde otro automóvil, “ve a gritar tus locuras a otra parte.”.
Me pregunto: ¿Quién dice que gritar en la calle es una locura?
En ambos casos viví dos lecciones: El elegir gritar “soy feliz” en la calle, o el de calificar ese acto como locura. En fin, cada quien sus convicciones, cada quien sus elecciones.
Usted, ¿qué opina?
Hasta pronto.
“El amor es para vivir, el dolor para crecer.”