Nunca darse por vencido fue más fácil.
El aliento surge del interior del ser para enfrentarse con valentía a lo incierto, inesperado y obstaculizante.
El aliento nos vivifica, fortalece y engrandece. Nunca darse por vencido fue más fácil.
Nada nos puede vencer, a no ser que lo permitamos nosotros mismos. El enemigo a vencer se llama desaliento. No lo permitas.
Hasta pronto.