23/9/11

El poder transformador en un final de una relación.

Cuando terminamos una relación de cualquier índole (de afectos, de negocios, de academia, etc.) aparece, por arte de magia, o por efecto natural eso que llamamos dolor. Eso es válido, respetable y respetado. Sin embargo, me pregunto cuál es el verdadero dolor: a) ¿el haber terminado la relación? o b) ¿al enfrentarme a un nuevo paso sin el hábito de esa relación?, c) ¿o a la cómoda dependencia ejercida?. 
Creo que el dolor es por cualesquiera de las tres. Asumo que deben haber muchas otras circunstancias u opciones.

Pienso que “al terminar una relación empieza un dolor”, “empezar  a solas es otro dolor” hasta que te acostumbras y creas un nuevo hábito. Es tan fuerte el hábito de estar pensando, comentando, viendo, sintiendo, oliendo, etcétera a ese ser todos los días que, cuando desaparece de nuestra vida, sentimos una dolencia y sufrimos un desencuentro porque “nos habíamos acostumbrado a esa circunstancia o también la describo como dependencia.”

El dolor de dependencia, el dolor de ausencia y el dolor de mi presencia sin la otra persona, eso nos ayuda, nos transforma y nos libera. Empecemos de nuevo con lo que siempre hemos sido: cada quien en sí mismo.

Hasta pronto.

Escuela del Razonamiento 19 sept 2023