Es lo primero que se le enseña a
un bebé: “decir No, con su movimiento de cabecita.”
Ese es el momento de mi
nacimiento.
Me “bautizaron” con el nombre: No
Mi nombre ha hecho tanto daño como provecho.
Mi nombre es el más pronunciado
cada día.
Mi nombre es tan bueno como malo.
Yo, soy el causante de muchas
desgracias; sin embargo, también de muchas gracias.
Yo soy un monosílabo fácil de
pronunciar y difícil de olvidar.
Yo soy una palabra que tienes que aprender a pronunciar.
Para pronunciar mi nombre tienes
que ser una persona llena de madurez.
Mi nombre debes pronunciarlo a
tiempo, con sinceridad y sin arrepentimiento.
Mi nombre estará a tu disposición para
tu bienestar, tu seguridad y tu fortuna.
Mi nombre lo debes pronunciar bajo
tu propia responsabilidad.
Me crearon con un propósito: hacer
el bien a todos.
Cuidado conmigo. ¿no?
Hasta pronto.