Esa es un comentario que me hizo una persona, precisamente esta mañana.
Bien, ella tiene todo el derecho de expresar su concepto y su sensación.
Regresé a mi oficina reflexionando el fondo de esta aseveración.
Mi conclusión es que ella tiene razón. Es su razón, es la descripción y definición que tiene del amor.
Claro que el amor no tiene color, ni aroma si no se tiene ni un sueño, ni objetivo en la vida, ni un ser a quien amar. Y es totalmente insípido si no se tiene autoestima genuina.
El sabor del amor empieza con disfrutar del respeto por uno mismo; aceptarse tal y como uno es física, emocional, intelectual y espiritualmente. Este es el punto de partida para el desarrollo y transformación del ser humano.
El amor no tiene color para quien no sabe mirar con los ojos del alma; no tiene aroma para quien tiene cerrado o no sabe cómo usar el más perfecto de todos lo sentidos: el olfato.
El amor será totalmente insípido para quien no disfruta ni siquiera el “sabor” de un dulce beso.
Hasta pronto.
“El amor es para vivir, el dolor para crecer.”