Debo confesar que es algo con lo que yo, en lo personal, he batallado durante mucho tiempo para entender y aplicar. Es por eso que lo comparto.
Hace ya tiempo me decía una persona: “Qué difícil es ese tema: el de no guardar rencor, pero sí perdonar. Lo digo porque ese rencor es lo único que me pertenece; además, ya me acostumbré.”
El rencor es una sensación que se elige repetir internamente; es un acto de la voluntad, es convertirse en víctima y verdugo de un pasado. La persona que sufre de rencor mantiene libremente en su presente un constante pasado que le incomoda. Eso envenena el alma.
El antídoto para combatir el rencor es: utilizar una excelsa capacidad del ser humano; quizá la más profunda y menos aprovechada de todas. Se llama Perdonar.
Analizando las raíz de esta palabra: Per, del latín: por. Donar, regalar, entregar, ofrecer sin condición algo.
Los Dones del perdón, a mi modo de entender esta cualidad, son:
1. Analizar la situaciones del pasado.
2. Aprender de esas situaciones incómodas.
3. Agradecer ese aprendizaje doloroso que me hace crecer.
4. Desear lo mejor a la persona que nos haya ofendido.
Si reflexionamos y tomamos acción al respecto, estoy seguro de que habremos dado el gran paso fundamental que nos libera de una acción o recuerdo pasado. Es una decisión que nos da libertad genuina.
Hasta pronto.
“El amor es para vivir, el dolor para crecer.”