21/10/16

No se tienen años; nadie tiene años.

Los años que tenemos ya se vivieron; por lo tanto, no se tienen, se esfumaron. O mejor dicho, ¿en qué se convirtieron mis años?... esos años vividos?.

Reflexiono y me comento que llegué con vida, crecí viviendo, viví aprendiendo y sigo viviendo, sigo aprendiendo y sigo años sumando.

Los años vividos los he convertido en viajes, en conocer personas, escribir, pintar, soñar, conversar, hacer amigos, crecer con mi familia, crecer con mis aprendizajes y vivir de ellos.
Cuando estoy muy atento a mi interior, veo lejos, muy lejos mi infancia, mis primeros años en la escuela, en los árboles, en los patios, en los anocheceres y amaneceres. Claro que alcanzo a ver de dónde vengo, recuerdo lo que me enseñaron, lo que inculcaron lo que me demostraron. Ellos mis padres, ellos mis tutores, ellos que de mi cuidaron y de mi hiceron una buena obra de vida.
Mis años, esos años idos me han dejado en mi ser una buena obra de ser vivo.

Nuevamente, gracias a ellos y a todas las personas que pasaron por mi vida, a quienes recuerdo y a quienes he olvidado, gracias por contribuir con su palabra, su ejemplo, su compañía o su saludo o su recuerdo.

Mi conclusión, no tengo años, tengo recuerdos de mis años vividos y tengo un presente lleno de cosas amables, de palabras, ejemplos, imagenes y, finalmente, tengo esperanzas por los años venideros.

Hasta pronto.

Escuela del Razonamiento 19 sept 2023