26/5/13

Me dice una amiga: "Mi hija no me hace caso"...

Por la frase: "no me hace caso" queremos decir "no me obedece". Me escucha pero no hace lo que digo, ni hace lo que espero. Me mira pero no me ve, está conmigo pero evade su mirada y de mi o nosotros se aleja.

Pues bien, estamos de nuevo en el mundo de las "contrariedades". Nosotros, como padres, solemos esperar una obediencia absoluta por parte de los hijos. Los hijos suelen esperar de sus padres respeto a sus decisiones, sus deseos, sus amigos, etc. Los deseos de uno y las expectativas no enunciadas o expresadas del otro están frente a frente. Parece que se encuentran en un tablero de ajedrez esperando el movimiento o palabra del otro para saber qué responder en lugar de comunicarse mutua y respetuosamente en ambos casos.

Nuestros hijos, realmente no son nuestros en el sentido de propiedad, sí son nuestros en el sentido de lazo consanguíneo y como fruto del vientre de una madre: Ella sí puede decir, "eres mi hijo o hija porque  te concebí, gesté, creciste y saliste de mi ser". Pero no por eso nuestros hijos no tiene derechos, ni decisiones contrarias a las de su madre.

Un hijo o hija es un ser como tu y como yo, con derechos, sueños, deberes y obligaciones. El o ella es una persona con ilusiones, ambiciones, esperanzas, desafíos y dolores. El o ella es una persona que desea independizarse, que desea ser autónomo(a), que desea ser respetada por todos. El o ella tiene sus sinsabores, frustraciones y heridas. El o ella es un ser que merece todo nuestro apoyo, comprensión, enseñanza y dedicación. 

El o ella creció de nosotros, entre nosotros. Los formamos, los enseñamos, los amamos, los extrañamos. Tarde o temprano les "saldrán alas" y volarán en busca de sus sueños. El o ella como persona merecen todo nuestro respeto y como padres él o ella tienen nuestro amor incondicional.

Bendito hijo o hija.

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Escuela del Razonamiento 19 sept 2023