9 de mayo
Querida mamá:
Mañana celebraremos en la tierra el día de
las madres, pero yo me quiero adelantar con esta carta para usted.
Cuando yo tenia 13 años de edad y me
encontraba en dificultades usted me dijo que no me desesperara, que “atrás de la tormenta viene la calma. Y que,
cuando estuviera en calma, me preparara para recibir otra tormenta”. Lo
recuerdo muy bien y siempre lo he conservado como parte de mis herramientas
para vivir, luchar, buscar mis sueños y metas.
Quiero decirle que mi vida ha sido de
“tormentas y calmas y de calmas y tormentas”. He entendido que las tormentas a
las que me enfrento están dentro de mí y que la calma también habita en mí.
Necesité más de medio siglo de vida para encontrar el significado de su
enseñanza. Pero creo que, al fin, lo entendí.
Quiero también decirle que lo que formó
en mí ha dado su fruto; he aprendido a ser mejor persona, ser mejor esposo y
padre, porque comprendí que usted me enseñó con su palabra y ejemplo a tener
fé; me enseñó a perseverar en lo que emprendiera; me enseñó a tratar muy bien a
todas las personas; me enseñó a compartir lo que tengo y soy y jamás lo que me sobra y quisiera ser.
Aprendí muy bien sus lecciones de vida.
Usted me enseñó, también, a sonreir, a
cantarle a la vida, a confiar en mí y en Dios. Quiero decirle, una vez más, muchas gracias por sus enseñanzas, su amor, su paciencia y,
especialmente, por ser mi mamá.
Su hijo que la extraña, la admira, la ama
y jamás olvida su sonrisa,
Cuatezón.
Nota:
Sé que en el cielo, en donde usted está, también celebran eternamente el día de
las madres.
“Las madres son para enseñar, los hijos
para aprender, mejorar y agradecer.”