Naces de una palabra del latín, y es la suma de estos dos elementos gramaticales:
-El verbo “consolari”, que puede traducirse como “aliviar” o “calmar”.
-El sufijo “-uelo”, que se emplea como diminutivo.
-El sufijo “-uelo”, que se emplea como diminutivo.
Por la naturaleza de ser Consuelo, te describo: eres
alguien que brinda alivio, haciendo que la angustia o la pena se sientan con
menos intensidad.
Haces
que las personas agobiadas por las razones que sean se sientan que tienen esperanza
de algo mejor; que se sienten que no están solas; que hay alguien que les brinda
apoyo.
Consuelo,
no se si eres magia, o eres fuerza, alivio o milagro.
Normalmente,
apareces y brindas:
Consuelo
para quienes de veras sufren.
Consuelo
para quienes han sufrido o sufren abusos económicos, físicos, emocionales,
espirituales.
Consuelo
para quienes no saben vivir en soledad, en austeridad, en la oscuridad.
Consuelo
para quienes no ha habido justicia verdadera.
Consuelo
para todo ser que desea quitarse la vida.
Consuelo
no para los ignorantes, sino para los sabios. Quien ignora, desconoce todo; por
lo tanto no necesita de ti. Quienes dicen saberlo todo, están expuestos a todo
tipo de enfrentamientos y agobiantes tareas y frustraciones paralizantes; ellos necesitan de
ti.
Consuelo
para quien sufre, para quien llora, para quien hambre tiene, para quien enfermedad
padece y para quien dice que nada tiene, nada puede y nada es.
Consuelo:
Eso que das debe servir para que quienes reciben tu consuelo, se levanten,
eleven su espiritu y emprendan de nuevo el camino para seguir adelante…no solo
para aliviar el dolor.
Hasta
pronto.